Sabemos que puede darte miedo siquiera pensarlo.

Pasar por un divorcio es algo que varios matrimonios han temido. Ya no tener ese sentimiento de paz o el amor que alguna vez los unió es terrible, pero es aún peor cuando además se agregan peleas diarias y disgustos.

Cuando se tienen niños el miedo es mayor, pues pensamos en cómo vamos a dañar a nuestros hijos por separar a sus papás, pero esto no siempre es así. Si llevamos de una manera sana la separación puede llevar a un futuro incluso más feliz que continuar con un matrimonio infeliz y aquí te dejamos 6 puntos para que consideres mantener un matrimonio tóxico.

Ellos podrían repetir lo insano del matrimonio de sus padres.

De acuerdo a varios estudios, la manera en que los menores interpretan el mundo se ve directamente relacionado a como nosotros nos desenvolvemos en nuestra vida diaria: Ellos absorben información como si fueran esponjas. Si tus discusiones son vistas por ellos entenderían que así es la manera de resolver diferencias.

Los comentarios que hagas sobre su tu pareja ellos lo interpretarán como algo normal y afectará directamente su manera de relacionarse con sus futuras parejas.

 

Tus hijos jamás se acostumbrará a ver a sus padres enfadados.

Un matrimonio donde no hay respeto es sinónimo de poco bienestar para tus hijos. Si todo el tiempo están a la expectativa de una nueva pelea, la tensión y el estrés podrían hacerse presentes. No saber por qué todo el tiempo estás enfadado(a) con tu pareja los harán cuestionarse si ellos son culpables de lo que esta ocurriendo. Pueden volverse adultos con baja autoestima, sentirse indignos o desconfiar de sí mismos.

El estrés de tus hijos.

El desarrollo interpersonal de los pequeños se verá afectado por el estrés. Pueden entender situaciones normales como amenazas potenciales. Si recuerdas alguna vez reaccionar mal con tu hijo por el enojo acumulado con tu pareja puedes empezar considerando como vas a afectar el crecimiento de tu pequeño.

Recuerda que como actúas hoy, será la forma de actuar de tu hijo.

Podrían jamas construir relaciones sanas con otras personas.

Para los niños que crecen en un entorno de un matrimonio tóxico puede ser normal desconfiar por siempre de las demás personas. Se pueden acostumbrar a relaciones donde el sufrimiento y la desconfianza “sean algo común”.

En una relación así de desequilibrada ellos pueden ser fruto de abusos o violencias en sus relaciones por venir cuando lleguen a adultos.

Al querer frenar sus emociones pueden adquirir malos hábitos.

La respuesta natural ante una amenaza es la de defenderse y el cerebro es consciente de ello. Al vivir en un entorno donde las emociones son negativas y el ambiente es de constante estrés el cerebro va a buscar una forma de escape y de un aparente «bienestar».

Hábitos como comer en exceso, la enajenación con los videojuegos o redes sociales con tal de escapar de su realidad. Cuando se vuelvan adultos podrían caer más fácil en el mundo de las drogas solo por que es la forma que su entendimiento los hace sentir “bien”.

Pueden temerle a lo que sienten.

Si en algún momento de discusión con tu pareja decidiste irte o escapar de lo que estaba sucediendo y tu hijo observó este comportamiento puede que en un futuro cuando alguien lo critique o trate de hablar de algo que a él, lo haga sentir incomodo y su reacción inmediata sea huir, incluso si se trata de ayudarlo.

Pueden crecer creyendo que el enojo y las críticas son un peligro por lo cual no querrán estar cerca de alguien que se los haga ver aun si son críticas constructivas.

Los niños necesitan mucho entendimiento sobre lo que pasa a su al rededor, vivir fuera de la toxicidad es algo que ellos requieren. Estar dentro de un matrimonio forzado puede llevarlos a desarrollar depresión y ansiedad, mientras que los que han vivido un divorcio pueden llegar a entender más fácilmente cómo fue que las situaciones llegaron a ese desenlace.

Lo más importante es llevar una relación sana entre padres. Comparte esta nota con quien consideres que necesite leerla.