Como mamás nos es muy difícil separarnos de nuestros hijos cuando ellos piden estar cerca de nosotras y en ocasiones la situación se torna más complicada cuando escuchamos de nuestros familiares y amigos que debemos aprender a dejarlos solos para que se vuelvan independientes.
Poco a poco vamos encasillando a nuestros hijos bajo el término “mamitis” y lo vamos perfilando como a algo malo, cuando en realidad no lo es.
Nuestros hijos nos ven como su primer refugio, por eso, cuando se sienten inseguros, indefensos, temerosos o simplemente tristes, recurren a nosotras, como proceso natural de supervivencia.
Si tu hijo tiene “mamitis” debes saber que así como eres su refugio, eres su guía para ayudarlo a entender la situación que está pasando, que eres su maestra para enseñarlo a crecer a su ritmo, sin regaños y siempre brindándole un espacio de confianza y respeto.
El hecho de que nuestros pequeños puedan identificar las situaciones en las que deben recurrir a nosotras los vuelve más seguros y favorece su desarrollo emocional. Así que cuando tu hijo te diga: “Mami quiero estar contigo”, no lo tomes como un capricho suyo, sino como parte de su crecimiento.
El vínculo que crea una madre con sus hijos a través del contacto físico les ayuda a mejorar sus procesos cognitivos y emocionales. Por esto, es importante que conozcas esta información y así aprendas a manejar ciertas situaciones con inteligencia.
La “mamitis” se presenta de diferentes formas según la edad de nuestros hijos. Cuando son bebés de 7-8 meses están pasando por la etapa de angustia de separación, por eso lloran aún cuando nos desaparecemos de su vista por tan solo unos minutos.
Al cumplir el primer año de edad, comienzan a desarrollar una etapa llamada ansiedad de separación la cual los puede hacer sentir temerosos al perder de su campo visual a sus madres y generalmente dura hasta los primeros años de la primaria.
Es en este punto en el que pueden llegar a hacer berrinches y llantos con tal de permanecer cerca de ti. Y es aquí cuando debes aprender a controlar la situación, permítele estar cerca de ti sin mostrarte preocupada, nerviosa o afligida, porque de actuar así, ellos lo adaptarán como una buena forma de tener control sobre de ti.
Otras acciones que puedes tomar para no caer ante provocaciones es dejar de sentir culpa y angustia por dejar solos a nuestros hijos. Sabemos que decirlo es más sencillo que hacerlo, pero debes de creer en que tú puedes mantener la calma para evitar gritarles o enojarte con ellos.
Cuando tengas que dejarlos por varias horas, ellos sentirán angustia, pero puedes disminuirla si comienzas a presentarle a esas personas que se harán cargo de él para que convivan y su confianza en ellos aumente.
Escucha cada uno de sus sentimientos, para que comprendas en qué situaciones es cuando más recurre a ti. Apóyalo con lo que busca para que entienda que no corre peligro pero al mismo tiempo enséñale que solito puede.
Así que si tu hijo tiene “mamitis” ámalo más que nunca pues en ti encontrará el espacio que necesita para salir a enfrentar el mundo, con toda la seguridad y la independencia que requiere.
Recuerda que su necesidad de estar junto a ti es momentánea y que probablemente no vuelva a ser igual en un par de años.