El hallazgo ocurrió de forma fortuita: al excavar con el propósito de iniciar el levantamiento de una barda, vecinos de la comunidad de Santa Ana Tlacotenco en la Alcaldía de Milpa Alta, Ciudad de México, encontraron en diciembre del año 2011 unas extrañas piedras de llamativa formación las cuales fueron más tarde identificadas como enormes molares, presuntamente de algún paquidermo milenario.
Los propietarios del predio donde se realizaba la obra, fueron extrayendo huesos de un animal de grandes e inusuales dimensiones, por lo que los primeros investigadores supieron del hallazgo a través de fotografías captadas por los mismos pobladores.
El registro del descubrimiento tardó algunas semanas en llegar al dominio público, días después de que los científicos y expertos analizaran minuciosamente las imágenes disponibles.
No fue sino hasta febrero del 2012 cuando un grupo de científicos, liderado por el doctor Luis Barba y el paleontólogo Joaquín Arroyo Cabrales, del Laboratorio de Arqueozoología del INAH, acudieron al sitio donde el descubrimiento tuvo lugar, no obstante, al arribar ahí encontraron tan sólo la excavación donde se habían extraído los molares y una gran cantidad de fragmentos con restos óseos y otros vestigios dispersos sobre la superficie.
Tras un análisis escrupuloso, las primeras observaciones identificaron a: un colmillo, una mandíbula, huesos de los cuartos traseros y delanteros así como algunas costillas. Unos meses más tarde se encontró el cráneo, el lomo, el resto de las costillas, parte de la cadera y otros huesos de los cuartos que complementaban a los hallados previamente. Con tales pistas y ya con elementos suficientes, los vestigios fueron ensamblados por los investigadores y les permitieron a los expertos y científicos en paleontología, establecer que los restos pertenecieron a un adulto joven de un mamut de entre 30 y 40 años de edad, posiblemente coetáneo del hombre primitivo.
Asimismo, fue posible determinar que aquel mamut pertenecía a la especie Mamuthus columbi que desapareció hace aproximadamente entre 10 mil y 12 mil años ya que es la más común en esta parte del continente americano. Una de sus principales características es que prácticamente carece de pelambre y tiene un gran parecido a un elefante contemporáneo.
Tras examinar las evidencias, se demostró que el mamut murió recostado sobre lado izquierdo y que fue cubierto por una capa gris adherida a los huesos que se cree que es ceniza proveniente de una erupción volcánica.
Según los hábitos de estos paquidermos, se sabe que animales de este tamaño bebían en los lagos y se alimentaban en sus cercanías, sin embargo, muchas veces quedaban varados en el fango, donde se hundían y finalmente morían.
Pese a que el hallazgo de restos de mamuts es y ha sido algo relativamente común, este caso representa un misterio para los investigadores ya que el mamut de Milpa Alta fue encontrado a más de 2600 metros sobre el nivel del mar, en una zona en la que no se había reportado otro descubrimiento en ninguna otra parte del mundo. Es por lo tanto, todo un caso aislado.